Uno de los usos más recurrentes del aire comprimido en entornos profesionales tiene que ver con la utilización de productos de acabado. Se utiliza en diferentes industrias, como en la automotriz, para decorar, proteger o reparar de manera eficiente todo tipo de piezas y superficies.
Gracias a la combinación de un suministro de aire comprimido y diferentes sistemas de pulverizado, pinturas, lacas, imprimaciones o barnices se pueden aplicar de manera rápida, segura y efectiva. Ya sea para pequeños talleres en los que se trabaje con pintura de manera puntual o para grandes instalaciones con complejos circuitos de aire comprimido, para conseguir un proceso efectivo y un resultado satisfactorio es fundamental tener en cuenta factores como la presión y el caudal que necesitan los sistemas de pulverizado, la pureza del aire o las condiciones ambientales.
Existen alternativas a los sistemas de pulverización accionados por un compresor que, a diferencia de estos, no mezclan el producto que aplican con aire. Los rodillos o los cepillos dejan marcas, de esa manera tu revestimiento parece poco profesional.
Pintar con un pulverizador de pintura o pistola aerográfica y un compresor de aire tiene ventajas que cada vez más profesionales y pintores prefieren frente a otros métodos para pintar.
Los pulverizadores de pintura tienen diferentes formas y tamaños, algunos son accionados por compresores de aire, otros no, como el sistema airless, que trabajan a presiones mucho más altas que las pistolas aerográficas. Aunque son capaces de cubrir una mayor superficie en menos tiempo, estos equipos exigen un mantenimiento más complejo y obligan a que se dedique mayor tiempo a la preparación del espacio de trabajo, algo que puede restar eficiencia en caso de aplicaciones no intensivas. Debido a la alta presión con la que trabajan es más difícil controlar la cantidad de fluido que se aplica, con la posible aparición de defectos estéticos. Son, además, equipos que no se pueden utilizar para otras tareas, como sí sucede en el caso de los compresores, por lo que rentabilizarlos en instalaciones industriales pequeñas que no solo se dediquen al pintado se hace más complicado.
La ventaja de utilizar un compresor de aire es que hay un flujo de aire constante, la potencia de los pulverizadores de pintura siempre permanece igual y de esa manera estás seguro de que terminarás el trabajo de la manera más profesional y sin pérdidas de presión.
Principalmente existen dos tipos de compresores, los compresores de tornillo rotativo y los compresores de pistón, ambos dentro del grupo de compresores de desplazamiento positivo.
La elección para cualquiera de estos compresores depende de los tipos de trabajos de pintura que realices. Para proyectos más grandes, se necesitará un flujo de aire continuo y para ello es más adecuado un compresor de tornillo. Para un uso profesional, recomendamos utilizar un compresor de tornillo rotativo.
Para trabajos de pintura más pequeños o para pintar superficies pequeñas, puedes elegir un compresor de pistón. Son más fáciles de mover y transportar pero no suministran un flujo de aire continuo en la mayoría de los casos. Son también la opción ideal para los proyectos más pequeños, personales o de bricolaje.
Pero la elección del tipo de compresor es solo una de las cosas a tener en cuenta. A la hora de elegir el compresor adecuado para pintar en un taller o cualquier instalación industrial, es fundamental conocer las necesidades de aire comprimido que tienen las herramientas con las que se va a trabajar, tanto en el presente como en el futuro, y revisar con detenimiento las especificaciones técnicas del equipo.
Además de la presión máxima del compresor, que deberá ser superior al valor nominal de trabajo de las herramientas neumáticas, es muy importante tener en cuenta el caudal de aire que requieren. Una pistola para pintar estándar, por ejemplo, necesita un caudal de unos 200 litros por minuto, mientras que un pequeño aerógrafo para trabajos en detalle rebaja esa cifra hasta los 15 litros por minuto. El caudal que ofrece un compresor está directamente relacionado con su potencia (HP), así que esta es una de las métricas fundamentales a tener en cuenta.
L/min o L/seg (Litros de aire suministrado por minuto o por segundos) es el volumen de aire que produce un compresor de aire por minuto o por segundo. En otras palabras, es la cantidad de aire que puede producir el compresor. Normalmente los compresores para pulverizar pintura necesitan un caudal de aire muy elevado, de esa manera la pintura se expulsa con suficiente fuerza para que se extienda uniformemente a lo largo de la superficie que deseas pintar.
En PUSKA ofrecemos una amplia gama de compresores de aire, cada uno con un caudal específico. La mayoría de las pistolas de pintura requieren un alto caudal de aire, de esa manera la pintura se rompe y se distribuye uniformemente.
Es también importante conocer el caudal que necesita cada una de las herramientas neumáticas que utilizaremos a la hora de elegir el compresor adecuado.
¿Y qué pasa si, como sucede en muchas instalaciones industriales, se necesitan utilizar varias herramientas al mismo tiempo? En esos casos, para determinar cuál es la potencia con la que debe contar el compresor, se tienen que sumar los caudales de todas las herramientas que se utilicen al mismo tiempo. Además, es importante aplicar coeficientes de corrección de consumo, como el de uso o el de simultaneidad, que permiten calcular la cifra real de caudal necesario teniendo en cuenta un amplio número de factores. Si quieres ver ejemplos y consumos en diferentes herramientas neumáticas, echa un vistazo a nuestra sección "Elección del compresor para tus herramientas neumáticas" que forma parte de la Guía del aire comprimido.
Existen muchas soluciones para pintar con aire comprimido en entornos profesionales, tanto desde el punto de vista de la producción del aire como de su distribución por el espacio. Mientras en algunos casos basta con un único compresor al que se conectan herramientas neumáticas, en otros la complejidad crece hasta necesitar redes de tuberías para el aire comprimido que abastecen a múltiples estaciones de trabajo. En estos casos, según las necesidades de cada instalación, puede existir una única línea de aire para cualquier tipo de trabajo con aire comprimido que se lleve a cabo o incluso una línea que se dedique en exclusiva a trabajos de pintado
La calidad del aire comprimido utilizado en cualquier proceso de pintado profesional es un factor muy relevante para asegurar un buen resultado. Este deberá estar limpio y seco: no puede contar con partículas sólidas en suspensión, restos de aceite o con agua condensada. De lo contrario, se pueden producir defectos en el acabado - rugosidades, grietas, etc.- y la aplicación del producto puede verse entorpecida. Además, un aire comprimido contaminado puede dañar los equipos de trabajo.
Con respecto al agua condensada, es importante evaluar el grado de sequedad que se necesita según los productos a utilizar, ya que no todos se comportan de la misma manera. Un exceso de condensado puede repercutir en la adherencia del producto y afectar a la presión del aire suministrado. Existen secadores industriales que, conectados a la red de aire comprimido, aseguran que esta llega completamente seco a la zona de pintado. Pueden ser de tipo frigorífico, que dejan el punto de rocío del aire- el momento en el que se condensa- en torno a 3 grados, o de adsorción, capaces de bajar esa cifra considerablemente.
Además del aire comprimido, las características del entorno de trabajo también afectan a la calidad del trabajo. Trabajar en una cabina de pintado, algo habitual en muchos talleres de carrocería, es una manera efectiva de asegurar que las condiciones en las que se aplica el producto son las adecuadas. Se trata de espacios aislados que, según su equipamiento, permiten regular aspectos como la temperatura o la humedad ambiental, a la vez que separan al resto de trabajadores de la instalación de los residuos contaminantes que se generan. Además, permiten una aplicación de productos de acabado más sencilla y efectiva, al integrar en muchos casos sistemas de aire para el secado de las piezas y un sistema de iluminación propio, que ayuda a conseguir un acabado preciso.
Si para un usuario doméstico la correcta limpieza de sus sistemas de pulverizado es algo importante, para entornos profesionales debe ser algo insoslayable. Un mantenimiento incorrecto de los equipos puede conllevar una pérdida de eficiencia que se traduzca en perjuicios económicos. Para evitarlo, existen equipos especiales como las lavadoras para pistolas y pueden funcionar tanto con agua como con disolvente según el tipo de producto utilizado.
Si la instalación de aire comprimido es compleja, ya sea por contar con circuito de tuberías complejo o por dar servicio a diferentes tipos de herramientas neumáticas, puede ser necesario que el cálculo del caudal necesario, aplicando todos los coeficientes que entran en juego, lo haga un profesional. De esta manera, se consigue evitar la falta de capacidad del suministro o sobredimensionar la instalación, perjudicando su eficiencia y aumentando los costes.